Mi alma gemela se llama Verónica. Es abogada. Nació el mismo mes que yo, mayo, una semana después, pero dos años antes. No nos reconocimos mirándonos a los ojos, ni hablando de las cosas que importantes de la vida. Fue mucho más fácil: nos mostramos los celulares y nos dimos cuenta de que las dos compartíamos el mismo color de alma, verde. Al menos, eso aseguraba la app que Marta Minujín había creado para que el destino – en formato de performance artística – nos cruzara hoy sobre el Puente de la Mujer.