Explicando a New Order

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Volví a ver en vivo a una de mis bandas favoritas, New Order y lo que pensé del show, esta vez lo conté en Rolling Stone ❤

Nota publicada en Rolling Stone Argentina

La banda de Manchester se presentó en el Luna Park para probar que, aunque tome tiempo, puede existir (una buena) vida después de un divorcio traumático.

☆☆☆☆
Diez años y once días pasaron desde el último show del New Order de Peter Hook en Argentina. Por entonces nadie lo sabía pero la desabrida presentación de aquella noche en el Club Ciudad de Buenos Aires, reflejaba lo que ocurría en camarines porteños. En esta ciudad, la banda y su bajista estrella, se agarraban de los pelos por última vez antes de llevar sus asuntos al terreno legal. Ya sin Hook, en 2011 y 2014, volverían a intentarlo con resultados extraños. El espíritu de la banda podía estar en Manchester, en Londres o en Berlín, pero en Buenos Aires, no lograba encarnar del todo. Tenía sentido temer a esta nueva presentación. Luego del quiebre y los remaches ¿Lograríamos finalmente sentir a New Order, o veríamos a “esta bandita” que su archienemigo Peter Hook ahora apoda “New Odour” (“Nuevo tufo”)?

El martes 29 de noviembre, mal que le pese a Hook, el espíritu del Nuevo Orden se las ingenió para hacerse presente en un Luna Park repleto de seguidores que corearon “a lo cancha” cada una de las líneas de bajo que él supo crear, y que ahora interpretó Tom Chapman. Aunque Chapman no es un NO pura cepa, venía pegando en el palo: antes de su incorporación en 2011, fue el bajista de Bad Lieutenant, una de las bandas alternativas del vocalista Bernard Sumner y del guitarrista Phil Cunningham. El kilometraje acumulado por Chapman ahora, sumado al regreso de su tecladista original, Gillian Gilbert, probablemente expliquen por qué esta vez, New Order sonó como sonó: poderoso, triste, bailable, melancólico. Exactamente lo que se esperaba de ellos.

Muchos puntos sumó el hecho de que llegaran con un excelente nuevo disco, “Music Complete”, con temas como “Tutti Fruti” o “Restless”, que evitaron que el show se convierta en aquello que crean muchos de los artistas de su trayectoria, una sala de espera entre hit y hit. A la hora de volver a aquellas canciones, apostaron a reversiones que no decepcionaron ni a los más nostálgicos. Todas tuvieron algo en común: subrayaron el componente electro de la banda con momentos bailables dignos de compatriotas (y ex compañeros de proyectos) como Pet Shop Boys, con quienes además, comparten productor actual, Stuart Price. La geometría y los colores primarios fueron la brújula que marcó el rumbo estético a través de pantallas, pero de ninguna forma la cosa quedó ahí.

Un arsenal de nuevos video clips exhibieron aquellos elementos en los que ellos supieron encontrar belleza antes que nadie: metrópolis grises y atestadas y fiestas de adolescentes de clase media sin grandes ínfulas. Si algo faltaba para terminar de completar los casilleros de lo que debe ser un show de New Order, era la visita también, del espíritu de Joy Division. Cuando cerraron con “Love will tear us apart”, no quedó pendiente nada.

 

 

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