Esto es lo que se sabe (y lo que no) sobre la misteriosa sincronización menstrual entre familiares y amigas.
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Para nosotras no es ningún secreto: nos sincronizamos. No entendemos exactamente cómo pasa, pero solemos indisponernos en consonancia con las mujeres de nuestro núcleo familiar, con amigas y compañeras de trabajo. La mayoría sabemos qué se siente convivir con un team en el que muchas estamos pasando por las mismas etapas del ciclo menstrual, y aunque al principio nos sorprende, luego lo incorporamos a la cotidianidad, como tantas otros misterios de la feminidad. Cuando volvemos a pensarlo, sin embargo, nunca deja de impresionarnos. ¿Qué lo hace posible? Consultamos Silvina Valente, especialista en Ginecología, Obstetricia y Sexología, médica de Planta del Hospital de Clínicas y docente de Postgrado de la Universidad Favaloro, y nos informamos sobre lo que dicen los últimos papers académicos para resumirte que se sabe (y lo que no) hasta el momento.
Al final, las feromonas no son
Durante mucho tiempo, la hipótesis más firme tenía que ver con una supuesta percepción de las feromonas entre mujeres. Estas sustancias, que no olemos pero que impactan en nuestro bulbo olfatorio, eran señaladas como las responsables de unir nuestros ritmos gracias a su capacidad de producir modificaciones endocrinológicas, es decir, hormonales. Sin embargo, los últimos estudios realizados en torno a esto han estado lejos de confirmar la hipótesis, básicamente, porque el hecho de que varias mujeres compartan un espacio físico, no alcanza para sincronizarlas. Y el hecho de que estén distanciadas, en la mayoría de los casos, tampoco basta para desincronizarlas.
Hay un fuerte componente emocional
De las mujeres que conviven en un mismo espacio físico, más de la mitad de los casos estudiados se sincronizaron. La mayoría de esas mujeres tenían lazos afectivos entre sí. La sincronización se dió entre familiares, como madres y hermanas pero también entre amigas. Entre colegas que compartían alguna actitud y emoción especial respecto a las tareas laborales, esto también fue evidente. Al parecer, experimentar las mismas emociones fuertes, gustos, pensamientos y estados mentales propiciaría una actividad cerebral que, incluso estando en ambientes diferentes, facilitaría la coincidencia.
La explicación podrían ser los ritmos de vida y actividades sociales
Se cree que los hábitos diarios, como la hora de despertarse, comer, la frecuencia de actividad física e incluso el ocio compartido por mujeres con afinidad, podría colaborar con esta sincronización. A este conjunto de variables, conocidas como ritmos circadianos, se le suelen adjudicar cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario y que lógicamente, puede ser compartido entre mujeres afines. Considerando que tu mamá educó a tu hermana y a vos para llevar cierto ritmo, sería lógico que puedan estar sincronizadas. Lo mismo con amigas con las que te une un estilo de vida, gustos, horarios y hábitos.
La sincronicidad reflejaría el nexo entre lo emocional y lo orgánico y la conexión de los cuerpos más allá del contacto físico tangible
Si el fenómeno de la sincronización femenina es tan difícil de explicar es porque probablemente refleja ese lazo entre lo emocional y lo biológico tan “incapturable” para la medicina convencional. Pero aunque suene mágico, se sospecha que esta unión de ciclos menstruales tiene que ver con componentes sociales que despiertan respuestas, agarrate, psico-neuro-inmuno-endocrinologícas similares. Este conjunto de términos sintetizan la conjunción entre lo psicológico (relacionado a lo emocional), lo neurológico (relacionado a la actividad cerebral), lo inmunológico (relacionado a las defensas) y lo endocrinológico (relacionado a la producción hormonal). Es muy difícil controlar estas variables a la hora de experimentar.
Técnicamente la respuesta aún, es el azar
Al día de hoy, la ciencia no puede dar una respuesta fehaciente, comprobable bajo el método científico, para la sincronización. Por eso, la hipótesis del azar es la que más peso académico tiene. “Pura casualidad”, diría alguien que solo se remita a números y estadísticas, aunque a nosotras nos cause un poco de gracia.
Una posible sororidad biológica
Cierta hipótesis biologicista asegura que la sincronicidad de los ciclos está destinada a que las mujeres puedan moverse en manada más fácilmente. Desde esta óptica, la sincronización no sería tanto de la menstruación como de la ovulación que aumentaría las chances de que las mujeres compartan tiempos de gestación y luego de crianza, algo que, al menos hipotéticamente, también incrementaría las chances de supervivencia de sus crías.
A fin de cuentas, no es un tema tan estudiado
Para ser del todo certeras, hay un dato que no se puede dejar de lado: no hay demasiados estudios sobre el tema. La primera en explorar este universo fue una psicóloga llamada Martha McClintock quién aportó sus resultados iniciales en la revista Nature en 1971, hace 40 años. De hecho, a ella se le debe la divulgación del fenómeno como “Efecto McClintock”. McClintock se dio cuenta por primera vez de este hecho al observar a siete socorristas que comenzaron el verano con periodos totalmente diferentes y que, al cabo de tres meses, menstruaban prácticamente en los mismos días. Gracias a eso emprendió una serie de estudios que pusieron la cuestión en el radar científico. Luego de eso, no hubo tanta producción al respecto. Se espera que en esta nueva era feminista, un tema tan exclusivamente nuestro vuelva a entrar en al agenda de investigaciones académicas.